El que fuese alcalde de El Campillo durante el 23F cuenta cómo vivió ese día cuando se cumplen 38 años del intento fallido de Tejero
Acaban de cumplirse 38 años del intento de Golpe de Estado perpetrado por el teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero el 23 de febrero de 1981 y Tinto Noticias -el periódico de la Cuenca Minera de Riotinto- ha querido conocer cómo se vivió ese día en la comarca para contárselo a sus lectores.
Para ello, esta redacción ha querido contactar con quienes eran alcaldes en la zona durante aquel suceso, ocurrido en la primera legislatura municipal de la democracia, de los que sólo dos siguen vivos: Ricardo Gallego, alcalde de Nerva por el Partido Comunista, y Fernando Pineda, alcalde de El Campillo por el PSOE.
Ambos han atendido la llamada de este periódico para contar sus experiencias durante aquellos hechos, que también fueron vividos como regidores municipales por Manuel Peregrina, alcalde de Minas de Riotinto por el PC, Antonio Domínguez, alcalde de Zalamea la Real por el PSOE, y Salvador González, alcalde de Campofrío por el PSOE, ya fallecidos.
Tras entrevistar a Ricardo Gallego, cuyo contenido puede verse a través de esta publicación, conocemos ahora las experiencias vividas aquel día por su homólogo de El Campillo, el socialista Fernando Pineda, quien, a sus 71 años, también recuerda claramente cómo vivió ese histórico acontecimiento, durante el que tenía 33 años.
Sobre las 16.30 horas estaba en el Colegio Público La Rábida de la localidad, donde ejercía como maestro, tras lo que salió un momento a su casa, situada justo en frente, y se puso a escuchar por radio el final del debate sobre la investidura de Calvo Sotelo, explica.
«Nada más encenderlo, escucho en directo que nombran a Carlos Navarrete para votar y, tras la respuesta negativa de Carlos, se armó un escándalo ruidoso, lo que desde el primer momento me hizo sospechar que se trataba de un Golpe de Estado. Le dije a mi mujer que encendiera la televisión, pero al encenderla se fue la conexión», recuerda.
«Entonces, junto a amigos y compañeros del colegio, fuimos a tomar café al bar de Ángel, el de la Rosa, que en paz descanse, momento en el que pasó un Land Robert de la Guardia Civil que se dirigía hacia Minas de Riotinto, imagino que para concentrarse allí a esperar órdenes», continúa Pineda, quien por ese motivo decidió volver a casa para llamar al PSOE de Huelva e intentar enterarse de qué estaba sucediendo.
Sin embargo, «al llegar estaba sonando el teléfono y era el senador socialista José González Gastañaga, que en paz descanse, quien me pide que hiciera desaparecer los listados de militantes del partido, libros de actas de las asambleas de nuestra agrupación local y todos los documentos que pudieran comprometer nuestra seguridad», detalla el entonces alcalde de la localidad.
Y así lo hizo. Como entonces su partido no tenía sede física en el municipio, se dirigió al Ayuntamiento, pues toda esa documentación la tenía guardada en un cajón de su despacho de la Alcaldía, tras lo que, al entrar, cerró la puerta del edificio consistorial «para hacerlo todo con tranquilidad y poder llamar desde allí a compañeros de la zona», detalla.
A continuación, añade, volvió de nuevo a su casa, donde pasó el resto del día «con mucha preocupación y pendiente de la televisión hasta que al fin llegó el mensaje del Rey con el que se confirmaba el fracaso del Golpe de Estado», concluye.
Preguntado sobre si sintió miedo o si en algún momento pensó en huir, Pineda asegura que «nunca temí que el golpe triunfara», al tiempo que indica que, aunque hubo quien le planteó la posibilidad de «irnos en ese momento a Portugal», «creo que ello sólo hubiera supuesto un peligro mayor para toda la familia que se quedaba aquí».
Al igual que Ricardo Gallego, el exalcalde de El Campillo también responde sobre si en algún momento se sintió amenazado por alguien en el municipio, aunque en este caso la respuesta es afirmativa. «Primero cuando pasó el Land Rover que dije anteriormente junto al bar de Ángel, pues uno de los guardias civiles me dijo adiós con la mano con una sonrisa irónica», explica.
Pero ello no fue lo peor. Nada más entrar en el Ayuntamiento a recoger la antes citada documentación de su partido, sonó el teléfono de la Casa Consistorial. «Lo cogí, pregunté quién es y una voz agitada me contestó: rojo de mierda, llegó tu final». Justo después colgaron el teléfono, tras lo que «me asomé por la ventana y, en ese mismo momento, vi salir a un hombre de la cabina telefónica que estaba en la misma plaza del Ayuntamiento, quien, a continuación, junto a otro hombre que estaba al lado, entró casi corriendo en el Bar del Hogar del Productor, antiguamente Educación y Descanso», recuerda.
Pineda asegura que nunca guardó «ningún rencor» por ello. «Nunca me lo tomé como algo personal y nunca dije sus nombres. Ni quiero ni debo», subraya. «Lo único que me hubiera gustado es que hubiesen podido leer mi libro ‘Memorias Recuperadas, El Campillo-Salvochea’, pues se habrían convencido de que sólo fueron unas víctimas más del franquismo por la falsedad y el engaño intencionado de sus dirigentes», añade.
Además, «meses después descubrimos que aquel triste día se elaboró una lista negra provincial en la que se incluía a personas a eliminar si triunfaba el Golpe de Estado, entre las que aparecía mi nombre y el de otros compañeros de la provincia», añade Pineda.