El aceite de motor es un componente esencial para el correcto funcionamiento de cualquier vehículo. No solo lubrica las piezas internas del motor, sino que también contribuye a su refrigeración y a la reducción del desgaste por fricción.

Sin embargo, la elección del tipo de aceite puede tener un impacto significativo en el rendimiento, el consumo de combustible y la vida útil del motor.

En el mercado existen diferentes tipos de aceite, siendo los más comunes el aceite sintético y el mineral. Cada uno tiene propiedades distintas que influyen en el funcionamiento del motor, dependiendo de si el vehículo es de gasolina o diésel. Por ello, es fundamental conocer las diferencias entre ambos y seleccionar el más adecuado para garantizar la máxima eficiencia del motor.

La fuente recambioscoches.es recomienda asegurarse de que el aceite esté homologado para el motor de su coche, ya que utilizar un lubricante inadecuado puede comprometer su rendimiento y acortar su vida útil.

Diferencias entre el aceite sintético y el aceite mineral

El aceite sintético está diseñado con una fórmula química avanzada que le permite mantener su estabilidad a temperaturas extremas. Su estructura molecular uniforme reduce la fricción, lo que mejora la eficiencia del motor y contribuye a un menor desgaste de los componentes internos. También tiene una mayor resistencia a la oxidación y a la formación de depósitos, lo que prolonga los intervalos de cambio de aceite.

Por otro lado, el aceite mineral es un producto derivado directamente del petróleo crudo. Aunque ofrece una lubricación básica, su composición menos refinada lo hace más propenso a la degradación con el tiempo. Esto significa que requiere cambios de aceite más frecuentes y puede generar más residuos en el motor.

Para vehículos modernos, especialmente aquellos con motores de alto rendimiento, los fabricantes suelen recomendar aceites sintéticos debido a su capacidad para mantener una viscosidad estable y ofrecer una mayor protección contra el desgaste. Sin embargo, en coches más antiguos con motores diseñados para aceites minerales, el uso de un sintético podría no ser la mejor opción, ya que sus propiedades de limpieza pueden afectar a los depósitos acumulados en el motor.

Impacto del aceite en el ahorro de combustible y reducción de emisiones

El tipo de aceite no solo influye en la longevidad del motor, sino también en el consumo de combustible. Un aceite con la viscosidad incorrecta puede aumentar la resistencia interna del motor, reduciendo su eficiencia. Se estima que el uso de aceite con una viscosidad inadecuada puede afectar el consumo de combustible en aproximadamente un 1% a un 5%, dependiendo de si el aceite es demasiado espeso o demasiado líquido.

Los aceites sintéticos suelen ser más eficientes en este aspecto, ya que su capacidad para reducir la fricción mejora la eficiencia del motor, lo que a su vez se traduce en un menor consumo de combustible. Esto no solo es beneficioso para el bolsillo del conductor, sino también para el medio ambiente, ya que menos consumo de combustible implica una reducción en las emisiones de CO₂.

En motores diésel, donde las temperaturas de combustión son más altas, el uso de un aceite adecuado es aún más crítico. Un aceite incorrecto puede provocar una acumulación de hollín y residuos, lo que afecta al sistema de escape y aumenta la contaminación.

El motor de un coche está compuesto por numerosas piezas móviles que requieren una lubricación óptima para minimizar la fricción y el desgaste. Un aceite de baja calidad o con una viscosidad incorrecta puede generar depósitos en los pistones y válvulas, reduciendo su rendimiento y acelerando su deterioro.

El aceite sintético, debido a su composición química más avanzada, ayuda a mantener limpios los conductos de lubricación y evita la formación de lodos en el cárter. Esto prolonga la vida útil de componentes clave como los rodamientos, las bielas y el cigüeñal.

Además, la estabilidad térmica del aceite es fundamental en climas extremos. En regiones frías, un aceite sintético con baja viscosidad facilita el arranque en frío y protege el motor desde el primer momento. En condiciones de altas temperaturas, resiste mejor la evaporación y mantiene su capacidad lubricante.

Por el contrario, los aceites minerales tienden a perder sus propiedades más rápidamente y requieren cambios frecuentes para evitar la acumulación de impurezas. En motores que operan bajo condiciones de alta exigencia, el uso prolongado de aceites minerales puede acelerar el desgaste y aumentar el riesgo de averías mecánicas.