El nacimiento de un nuevo medio de comunicación siempre supone un motivo de alegría y de esperanza. Al menos así debería de ser, pienso yo, por las infinitas posibilidades que trae consigo de la mano.

En este caso, además, supone una doble alegría porque con este proyecto recién comenzado se dará voz a una de las zonas más olvidadas de nuestra provincia, la Cuenca Minera de Riotinto, que lejos del glamour vacuo de otras zonas onubenses, se erige como un baluarte cultural, turístico e histórico, cuna de pintorescas personalidades pasadas y futuras…

Una «mina», que si bien no de oro, brilla, por sus propios méritos, con una luz cegadora.

Al menos así lo veo yo, hijo de esta tierra, y me mantengo firme en la esperanza de que, gracias a este medio, a esta plataforma digital, Tinto Noticias, todos descubráis la actualidad, el pasado, las fiestas e idiosincrasia, la gente y sus problemas, las injusticias, el sufrimiento y la opinión de todos los que crecimos en esta tierra. Entre otras muchas cosas.

Y para dar mi opinión estoy yo aquí, y estaré de vez en cuando. Para eso me han invitado amablemente, para buscar temas interesantes sobre los que volcar mi punto de vista con la única idea de abrir debate, de remover dentro de vosotros los engranajes de la lectura crítica: dudando de lo que digo, evaluándome y formando vuestra opinión.

Porque nada de lo que aquí yo diga será una verdad absoluta.

No vengo a informar. Para eso está Tinto Noticias.

No está de más tener esos conceptos claros.

Y es que vivimos en un tiempo en el que informar, pero informar bien, cada vez es menos rentable. No más difícil, no, supongo que la dificultad es la misma o, incluso, debería ser menor, debido a la globalización de los medios de comunicación y la mayor accesibilidad tanto a los datos como a las fuentes.

Pero es menos rentable, y eso es así porque hoy la gente no hace click en noticias veraces, sino en noticias sensacionalistas. No busca la verdad, sino la intriga, el chisme, el conflicto…

El negocio de la información, cada día se parece más a un circo.

Noticias sin contrastar que a los dos minutos se desmienten, noticias a priori falsas que pasadas las horas se confirman, imágenes viralizadas a las que se les da credibilidad en medios aparentemente fiables y con cierto prestigio, un aluvión de memes, de documentos falsos o fakes, de cadenas de mensajes creando alarma, malintencionadas…

La era de la posverdad. O de la patraña de toda la vida, pero en términos modernos, camuflado bajo un lenguaje elegante y eufemístico.

Empezó siendo algo marginal, una cosa de determinadas webs poco profesionales y algunos mails basura que quedaban en la carpeta de spam… Pero hoy, con el boom de YouTube o WhatsApp, con la inmediatez del mensaje o el vídeo, con la fiebre de lo viral y con lo rentable del click y el botón de compartir para determinados sitios del ciberespacio, hoy ya se suben al carro de la posverdad hasta rotativos serios en sus versiones digitales, hoy ya nadie es capaz de distinguir qué es verdad y qué no lo es. Nadie. Pero tampoco interesa.

Informar en tiempos revueltos.

En tiempos de amarillismo descontrolado.

De creer lo que cada uno quiere creer, sin importar lo que pasó de verdad.

Ardua tarea.

Mi más sincera enhorabuena a los compañeros de Tinto Noticias por hacerlo posible. Y suerte, de verdad.
O mejor: suerte y verdad.

Seguiremos opinando.