Ryanair requirió la presencia de la Guardia Civil para proceder al desalojo
Los pasajeros de un vuelo de Ryanair entre Valencia y Sevilla han vivido recientemente una experiencia cuanto menos esperpéntica que se prolongó durante aproximadamente dos horas, tiempo que precisó la tripulación del avión para desalojar a 10 ‘pasajeros’ que se habían colado en el interior del mismo minutos antes de la hora prevista para el despegue.
Los hechos ocurrieron el pasado jueves 5 de septiembre en el vuelo FR2210, que inicialmente tenía determinada su salida a las 21.05, si bien apenas una hora antes, sobre las 20.00, se anunciaba un retraso que en principio parecía ser de unos 55 minutos. Los paneles informativos pasaban a señalar las 22.00 como hora «estimada» del viaje.
La incidencia hizo que la inmensa mayoría de los pasajeros y pasajeras, si no la totalidad, llegasen al aeropuerto con bastante antelación, aunque ya no quedaba establecida la hora del ‘cierre de puertas’, que en un principio estaba fijada a las 20.35, como se indicaba en las tarjetas de embarque.
Los pasajeros y pasajeras se fueron ubicando en los asientos y cafeterías aledañas a la puerta de embarque hasta que, sobre las 21.30, comienzan a formarse las colas en la zona acotada de la misma, colas que paulatinamente se van haciendo más grandes hasta las 21.55 aproximadamente, cuando los viajeros y viajeras pueden por fin atravesar la puerta y comienzan a acceder al avión.
Los minutos pasan, la aeronave se llena y todo apunta a que el vuelo se iniciará en breve, pero nada más lejos de la realidad. Los minutos siguen pasando y el personal del avión guarda absoluto silencio. La gente comienza a impacientarse y a temerse lo peor. Las sospechas de que algo extraño impide el despegue comienzan a extenderse.
Es entonces cuando los presagios se confirman. La versión de algunos de los pasajeros que habían sido testigos de lo sucedido trasciende a lo largo y ancho el avión: las últimas personas que llegaron a la puerta de embarque se saltaron el cordón de seguridad después de que el personal de Ryanair les comunicara que ya no se permitía el acceso de más pasajeros, por lo que entraron en el avión sin pasar su tarjeta de embarque por el escáner.
Quedaba claro que no habría vuelo hasta que esas personas no salieran del avión, tras lo que la incertidumbre inicial se tornó en tensión. «¡Dad la cara y salid!», exclamaba en voz alta y airada uno de los pasajeros, mientras invitaba a la tripulación a pedirles que se marcharan. «Ya se lo hemos pedido y no quieren», respondía una de las asistentes.
Quienes se habían saltado el cordón de seguridad comenzaban a defenderse. «Yo he pagado mi billete y llevo en el aeropuerto desde las ocho de la tarde», gritaba una de ellas, mientras otro admitía que pasó por debajo de la cinta «aprovechando la confusión. ¡Pero aún había 50 personas en la cola. No entiendo cómo no dejaban pasar!», añadía.
A continuación, el personal del avión comunica por megafonía que había 10 personas en el interior del mismo que no debían estar porque su tarjeta de embarque no había pasado por el scanner, de modo que «no están dentro del sistema», circunstancia con la que el vuelo no puede efectuarse.
El comunicado tampoco tuvo el efecto esperado, tras lo que llamaron a todos, por su nombre y apellidos y número de asientos, a desplazarse hacia el frente del avión, llamada que apenas tuvo respuesta en un primer momento, hasta que poco después, con la presencia de dos agentes de la Guardia Civil, se produjo por fin el esperado desalojo, si bien no fue necesario el uso de la fuerza.
El avión despegó finalmente pasadas las 00.00 horas y aterrizó en el aeropuerto de Sevilla a la 1.15, casi tres horas después de la hora prevista inicialmente, aunque los pasajeros y pasajeras que realizaron el vuelo no han podido ser indemnizados. El retraso fue de dos horas y 51 minutos, por lo que, al no llegar a las tres horas, no cabe ninguna devolución, argumenta Ryanair.