La Plaza de Toros de Campofrío, más de tres siglos del coso taurino más antiguo de España

Hablar de Campofrío es sinónimo de patrimonio, especialmente cuando nos referimos a la tauromaquia, dado que el municipio minero cuenta, como es sabido, con la Plaza de Toros más antigua de las que se conservan en España. Un coso taurino construido en el año 1716, aunque inaugurada dos años después, en 1718, por lo que recientemente ha conmemorado tres siglos de historia. Y lo hacía, además, con una noticia muy esperada, como era su inscripción en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz como Bien de Interés Cultural, con la tipología de Monumento, al considerarse que es un “hito monumental y cultural de la tauromaquia”.

Una construcción impulsada por la cofradía de Santiago Apóstol para la lidia de toros, de ahí que se la conozca también como Plaza de Santiago, enmarcada dentro de la edificación de diversas plazas de toros que se produjeron en la zona desde finales del siglo XVI, como sucedió con la Plaza de Toros de la Ermita de San Mamés en Rosal de la Frontera (1599), la primera en España, seguida de la Plaza de Toros de la Ermita de Santa Eulalia en Almonaster la Real (1608), precedentes de la de Campofrío, donde hay constancia de la celebración de corridas de toros incluso antes de la edificación de este coso. Este hecho pone de manifiesto el arraigo de la tauromaquia en la Cuenca Minera y la Sierra onubense.

En cuanto a sus características urbanísticas, la plaza se configura como un hito y un elemento de la arquitectura simbólica de Campofrío, siendo muy llamativo el hecho de que se construyera a las afueras del municipio, lo que permitió un enorme desarrollo de la localidad a su alrededor, al ser un punto de referencia. Una prueba de ello es que, en la actualidad, está inserto en uno de los extremos del casco urbano. No en vano, aparece hasta en el escudo municipal, donde se incluyen dos estoques en aspa.

A nivel arquitectónico, la plaza tiene un diámetro total de 60 metros, de los que 52 corresponden al ruedo. Con un aforo de 1.500 localidades, al exterior expresa su forma redonda con el único añadido del conjunto rectangular de los toriles. Su altura es escasa y no se eleva del terreno más de 2,5 metros, salvo en esta edificación aneja y en la portada. Otra singularidad destacada, que contrasta con la sencillez del conjunto, es la distribución irregular de los burladeros y de los accesos a las gradas.

La organización del recinto es muy elemental, reducida a dos muros concéntricos que se unen en el palco de acceso y con un graderío que arranca del terreno natural. Su portada principal, que se remata de forma triangular sugiriendo un frontón, cuenta en el interior con un pequeño porche que constituye la única zona cubierta junto con los toriles. La plaza está construida con mampostería, enfoscada y encalada en todas sus caras. En rojo están pintados los burladeros de madera y las puertas de acceso.

A esa calidad arquitectónica, caracterizada por la máxima sencillez y funcionalidad, se añade el valor paisajístico de su ubicación entre el caserío y la dehesa, así como el valor etnológico de haber sido durante siglos lugar de reunión, fiestas, ceremonias y eventos. Y que es este coso no sólo ha acogido corridas de toros, sino también es el escenario de todo tipo de eventos, de ahí que se considere una seña de identidad de la zona, al haber adquirido un enorme valor cultural. Y, de hecho, el decreto de la Consejería de Cultura incluye la protección no sólo de este monumento, sino también de todo su entorno, tanto del suelo urbano como de rústico, así como la dehesa donde se encuentra inmerso.

Libro conmemorativo

Con motivo del 300 aniversario de esta plaza de toros, siete escritores locales, coordinados por el exalcalde del municipio y exsenador Antonio García Correa, se unían para realizar una publicación sobre este histórico coso. Un libro que veía la luz tras más de un año de trabajo bajo la edición de la Diputación de Huelva.

Un trabajo de investigación ilustrado por el pintor local José Delgado López y el artista ya fallecido José María Franco, autor de la portada, además de contar con la colaboración del fotógrafo José Juan Palomares y el compositor Rafael Prado, sin olvidar a diversas personas que facilitaban fotografías y carteles de toros. Todo ello permitió incluir un destacado material gráfico en sus páginas. Por su parte, los autores de los artículos fueron el periodista Antonio Reyes, los arquitectos Pilar López y Carlos Vázquez y los investigadores Carlos Palomares, Manuel Castilla y Francis Dorado.

En total, la obra ‘Campofrío, la plaza de toros más antigua de España’ consta de cuatro capítulos en los que se desgrana la historia, las características arquitectónicas y las reformas que ha tenido el edificio a lo largo de la historia, así como los espectáculos más significativos celebrados en el mismo o los cosos taurinos que se construyeron en el siglo XVIII.

Con todo ello, la documentación incluida en esta publicación acreditaba que la Plaza de Toros de Campofrío es la más antigua de España, dejando a un lado las posibles dudas que pudieran existir al respecto, demostrando que es anterior a otros emplazamientos tan conocidos como los de Sevilla, Zaragoza, Lima y Ronda. Un dato muy atractivo para poner en valor, puesto que cuenta con un enorme atractivo turístico que debemos potenciar.

Por último, entre otras curiosidades, debemos recordar que la Lotería Nacional tuvo un reconocimiento hacia plaza de toros de Campofrío al ser recogida en su sorteo del 18 de marzo de 1971. En definitiva, la Plaza de Toros de Campofrío es un punto clave del patrimonio de la Cuenca Minera. Un lugar para conocer y visitar.

El riotinteño Francisco Javier González elabora una tesis sobre los huertos del entorno minero de Riotinto

El antropólogo riotinteño Francisco Javier González expone el próximo viernes 2 de febrero una tesis doctoral sobre los huertos del entorno minero de Riotinto. La cita es a las 11.00 horas en el Aula de Grados de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Huelva, donde este joven de Minas de Riotinto realiza su Doctorado en Patrimonio.

Bajo el título ‘Patrimonio etnológico y desigualdad social. Los huertos del entorno minero de Riotinto’, el estudio de Francisco Javier González trata de «aproximarnos a la forma de vida de la comunidad local desde un enfoque holístico que nos muestra lo que hasta ahora no ha sido contemplado».

Para ello, el trabajo incluye aquellos aspectos que van más allá del individuo y los enmarca en su realidad grupal y comunitaria, donde el conocimiento de los modos de relación informales esclarece las dinámicas colectivas y supera la «visión unilineal del capitalismo industrial», sostiene el autor de la tesis.

La Montera de Gossan de Nerva, un monumento natural único

Los paisajes mineros están llenos de rincones maravillosos, que nos sorprenden por sus curiosas formaciones y por el colorido que imprimen a esta comarca de Huelva. Uno de esos espacios, quizás un tanto desconocido aún, es la Montera de Gossan de Nerva. Enclavado en la Mina Peña de Hierro, este cerro es una antigua corta minera de una hectárea de la que se extraían sulfuros.

En concreto, la Montera de Gossan es una formación geológica que llama la atención por su color de óxido rojo, tan característico de la zona, color que le otorga tanto el gossan -roca formada por óxidos e hidróxidos de hierro, solos o mezclados con otras rocas, y que, directa o indirectamente, proceden de la meteorización de yacimientos de sulfuros-, como las lavas gossanizadas, es decir, las formaciones rocosas de color rojizo, que se encuentran en la superficie de este tipo de minas.

Minerales rojos, que ya llamaron la atención de los romanos cuando llegaron a la provincia de Huelva en busca de plata y oro. Minas que desde finales del siglo XIX y principios del XX se centraron en la extracción de sulfuros metálicos.

Es cierto que hoy esa actividad económica prácticamente ha desaparecido en la zona, pero no cabe duda de que el patrimonio minero sigue marcando el paisaje que podemos observar en esta área, siendo, además, un lugar recomendado por la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, junto a enclaves tan atractivos como el Museo Minero, el Ferrocarril Minero o la Vía Verde de Río Tinto.

No en vano, la Montera de Gossan fue declarada Monumento Natural por la Junta de Andalucía en 2009 y se encuentra incluida en el Bien de Interés Cultural (BIC), Sitio Histórico, Zona Minera de Riotinto-Nerva.

Un monumento natural que llama mucho la atención por su carácter divulgativo y didáctico, puesto que permite al visitante conocer los recursos mineros, las rocas y los minerales de la Cuenca Minera.

Por este motivo, la mejor forma de finalizar nuestro artículo no puede ser otra que invitarles a todos a que se acerquen a esta Montera de Nerva. Su belleza y singularidad lo merecen. Es, por tanto, un lugar más para descubrir del patrimonio minero onubense, en este caso desde el punto de vista natural.

Nuestros antepasados nos contemplan desde el Dolmen de El Pozuelo de Zalamea, un lugar para descubrir

Huelva es una de las provincias más ricas de la Península Ibérica cuando se habla de arte prehistórico. Sus casi 200 monumentos megalíticos la convierten en un referente de estas construcciones funerarias con 5.000 años de antigüedad. El Pozuelo (Zalamea la Real), Los Gabrieles (Valverde del Camino), El Labradillo (Beas) y el Dolmen de Soto (Trigueros) son algunos de los más emblemáticos, pero no los únicos. Un valioso patrimonio que, a pesar de su importancia, a veces es poco valorado.

Un conjunto en el que destaca el caso de Zalamea la Real, cuyos orígenes se remontan a la prehistoria, considerado el más claro y mejor documentado exponente de las construcciones megalíticas onubenses, cuya homogeneidad las ha proyectado a un lugar primordial dentro del panorama de la prehistoria peninsular. Unos monumentos que pertenecen al Calcolítico o Edad del Cobre, cuyo ritual funerario estaba caracterizado por el levantamiento de dólmenes con corredor. En concreto, El Pozuelo es una necrópolis de enterramientos colectivos dispersa en el territorio en grupos individualizados, cuyos sepulcros se sitúan cronológicamente entre el 3000 y el 2500 a. C.

Su descubrimiento y excavación se debe, en su mayor parte, a Carlos Cerdán Márquez, que llevó a cabo estos trabajos durante la década de los cuarenta del pasado siglo XX. Trabajos que fueron todo un hito, teniendo en cuenta que se trata de las primeras arquitecturas prehistóricas de la provincia de Huelva y una las más antiguas de la fachada atlántica, así como de las más originales en su concepción de toda la Península Ibérica.

En cuanto a su estructura, el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH), destaca que ‘El Pozuelo’ se compone de “18 monumentos de arquitectura adintelada que muestran en muchos casos la peculiaridad de tener un diseño en múltiples cámaras. En lugar de constar de una sola galería de planta rectilínea, o de un corredor y una cámara en su extremo profundo, como ocurre en la gran mayoría de los megalitos andaluces, varios de los dólmenes de El Pozuelo muestran múltiples cámaras a las que se accede desde la entrada única que luego se bifurca y a cuyos lados aparecen frecuentemente cámaras laterales. Estas cámaras están cubiertas por túmulos circulares de hasta 20 metros de diámetro, que se acomodan ala irregularidad del terreno, y elaborados mediante la acumulación de bloques de piedra o pequeñas losas de pizarra”.

Interesantes son también los objetos encontramos en los enterramientos, que formaban parte del ajuar de los muertos, entre los que destacan herramientas de piedra tallada, como cuchillos, perforadores o puntas de flecha, y pulimentada, como hachas, sin olvidar los vasos cerámicos. Es decir, solían incluirse elementos que se utilizaban para la vida cotidiana.

Más llamativos pueden resultar, sin embargo, los adornos personales, como pueden ser cuentas de collar, que aparecieron en algunas tumbas, junto con ídolos religiosos, entre los que destacan dos tipos: los denominados cruciformes, que se asemejan a una figura humana muy estilizada, con cabeza, tronco y extremidades inferiores sutilmente indicadas, y los denominados placa, elaborados a partir de una pequeña placa de pizarra o esquisto sobre la que se graban y /o pintan motivos geométricos y más ocasionalmente partes anatómicas.

Por último, en varias de las tumbas se encontraron también restos de pintura sobre ortostatos, así como restos de ocre asociados a suelos y artefactos votivos.

Todas estas características hacen de este conjunto de la Cuenca Minera uno de los restos neolíticos más importantes de Andalucía, de ahí que los Dólmenes de El Pozuelo fueran declarados Bien de Interés Cultural (BIC), con categoría de zona arqueológica, en junio de 2002.

Eso sí, a pesar de su importancia, debemos advertir, que en Zalamea, hasta la fecha, se han encontrado un total de 49 yacimientos megalíticos, que se agrupan en dos grandes áreas: la occidental, que se puede denominar como cultura dolménica de El Villar y El Buitrón, y el área oriental, ocupada por los Dólmenes de El Pozuelo, situados en una zona de monte bajo con pronunciadas laderas y numerosos arroyos y barrancos.

‘El Pozuelo’ está integrado por cinco unidades, con delimitaciones específicas: Los Llanetes, donde se ubican cuatro dólmenes; La Veguilla, con tres construcciones funerarias; El Riscal, con dos, y Los Rubios y Martín Gil, con un sepulcro cada una.

En definitiva, por su cronología, diseño y la importancia de los objetos descubiertos en el interior de los dólmenes, El Pozuelo es uno de los yacimientos arqueológicos más representativos de la Península Ibérica, por lo que merece la pena descubrirlo.

Fotos: IAPH

Acuerdo para la promoción turística del tren minero de Riotinto

La Cuenca Minera de Riotinto dispondrá en breve de un instrumento novedoso que facilitará su promoción como destino turístico. Se trata de un Protocolo General de Actuación acordado entre la Asociación para la celebración del 150 Aniversario del ferrocarril minero Riotinto-Huelva y la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA), que será firmado en los próximos días por los máximos representantes de ambas entidades: el presidente de la asociación, Javier Hunt, y el rector de la institución académica, José Sánchez Maldonado.

Gracias a este acuerdo, en el que las dos partes vienen trabajando desde 2017, se llevarán a cabo una serie de acciones para la promoción del patrimonio histórico minero, que es el gran objetivo con el que esta asociación se creó a mediados del año pasado. En concreto, el protocolo servirá para promover el conocimiento del ferrocarril y la investigación sobre esta infraestructura de crucial importancia histórica cuya vía terminó de construirse en 1875.

Para ello, en virtud del citado protocolo, se pondrán en marcha iniciativas como cursos de postgrado, conferencias, seminarios, congresos, publicaciones y actuaciones para la formación de personal docente e investigador, así como cualquier otra medida que pueda considerarse de interés por parte de ambas entidades.

Asimismo, para garantizar el desarrollo del protocolo, se constituirá una comisión de seguimiento compuesta por dos representantes de cada una de las partes y que se reunirá, con carácter ordinario, cada seis meses, si bien, de forma extraordinaria, podrá reunirse cuando la Presidencia lo considere oportuno.

La Asociación para la celebración del 150 aniversario del ferrocarril minero Riotinto-Huelva es una asociación sin ánimo de lucro que tiene como fines principales fomentar el conocimiento sobre la historia de este patrimonio y, en consecuencia, ayudar a la promoción turística, en todo el mundo, de la Cuenca Minera de Riotinto y de la provincia de Huelva, para lo que, como su propio nombre indica, la asociación también promueve la celebración del 150 aniversario de la construcción del citado ferrocarril, que tendrá lugar en 2025.

Pese a su todavía corta trayectoria, esta entidad ya ha puesto en marcha varias actuaciones importantes, entre las destacan, además del citado protocolo general de actuación acordado con la UNIA, el acto de presentación oficial de la asociación, celebrado en julio de 2017, y la participación en el XVII Congreso Internacional de Patrimonio Geológico y Minero, que se desarrolló en Almadén (Ciudad Real) el pasado mes de septiembre.

Corta Atalaya, la mina a cielo abierto más grande de Europa, más que un símbolo de la Cuenca Minera

Hablar de la Corta Atalaya de Minas de Riotinto no es nada fácil. A nadie se le escapa que, desde tiempos inmemoriales, es la mejor carta de presentación de la Cuenca Minera, además de todo un símbolo de la provincia de Huelva. Siendo la mina a cielo abierto más grande de Europa y la segunda más destacada del mundo, son muchos los artículos y reportajes que han venido a desgranar las peculiaridades de este espacio de gran belleza, que ha sido escenario de cine en más de una ocasión.

Pero era obligado iniciar esta sección destinada a recorrer los rincones más singulares de la comarca minera haciendo una visita a la Corta, una auténtica joya de carácter único. Y es que la Corta Atalaya es uno de los paisajes más singulares, no sólo de la Península Ibérica, sino también del resto del continente europeo.

Un enclave que desde el 18 de enero de 2005 es espacio protegido por la Junta de Andalucía al formar parte del Paisaje Protegido de los tramos alto y medio del río Tinto y su entorno, una franja de 57 kilómetros que se extiende a lo largo de once municipios de las provincias de Huelva y Sevilla, como son Berrocal, El Campillo, La Palma del Condado, Minas de Río Tinto, Nerva, Niebla, Paterna del Campo, Valverde del Camino, Villarrasa y Zalamea la Real, en la provincia de Huelva, y El Madroño, en la provincia de Sevilla.

 

Dedicada principalmente a la explotación de cobre, sus dimensiones son de 1.200 metros de largo, 900 metros de ancho y 350 metros de profundidad. Además, su círculo central tiene más de 2.000 metros cuadrados. Todo ello le confiere una belleza que sobrecoge a los visitantes y turistas que acuden a la zona.

Un enclave que, además de su belleza e importancia económica, también tiene un componente histórico de enorme interés. No en vano, esta mina fue explotada desde los tartessos y, sobre todo, por los romanos, si bien es cierto que todos recordamos su etapa más reciente, cuando fue adquirida por la Rio Tinto Company Limited desde el último tercio del siglo XIX.

 

En concreto, fue a principios del siglo XX cuando se descubrieron en esta mina a cielo abierto una serie de pozos y galerías mineras de época romana, que intensificaron este sistema de explotación, comenzando en la Corta Filón Sur ya empezada por los ingenieros españoles, pero sobre todo a partir de 1907 en la Corta Atalaya, de la masa San Dionisio, explotada hasta entonces por minería interior. Tanto que llegó a ser un modelo revolucionario de explotación minera que albergó a más de 12000 obreros en sus labores de arranque, carga y transporte de minerales.

La masa San Dionisio, a la cual pertenecen la Corta Atalaya y Pozo Alfredo, se localiza en el flanco sur del anticlinal de Riotinto, asociado a un pliegue menor (sinclinal) de dicho flanco.

Un escenario de cine

Su paisaje inquietante ha provocado, además, que el cine se haya fijado en este espacio como el mejor escenario para el séptimo arte. En concreto, en la Corta Atalaya se han rodado dos películas: El corazón de la tierra, de Antonio Cuadri, basada en la novela de Juan Cobos Wilkins, y la cinta de ciencia-ficción Próxima, de Carlos Atanes.

El Corazón de la Tierra es, sin duda, la más recordada. No en vano, nominada a los Premios Goya y elegida Mejor Película en el Festival de Cine de Miami, hablar de la película de ‘El Corazón de la Tierra’ es quedarse con la historia de Huelva. No sólo porque esta cinta de 2007 estuviera dirigida por el triguereño Antonio Cuadri y basada en la novela homónima del escritor riotinteño Juan Cobos Wilkins. Sino porque esta película recuerda un episodio clave de la etapa contemporánea onubense: la huelga del ‘Año de los Tiros’ y las relaciones creadas en la Cuenca Minera entre los trabajadores de las minas y la Riotinto Company Limited, S. A.

En concreto, la película cuenta cómo en la España de finales del siglo XIX una poderosa compañía inglesa obtiene una concesión para explotar durante más de 30 años las milenarias minas de Riotinto, en Huelva. Blanca Bosco, una niña de 9 años, y su inseparable amiga inglesa Kathleen, sobrina del director británico, son testigos de las miserables condiciones de vida de los trabajadores, entre los que abundan niños, y de la terrible contaminación atmosférica y la lluvia ácida que asola toda la comarca. Cosechas, ganado, árboles. ríos, pero sobre todo la población, desde Sevilla hasta el sur de Portugal, sufren la agresión de los humos tóxicos.

En el reparto, además, encontramos actores de la talla de Catalina Sandino Moreno, Bernard Hill, Joaquim de Almeida, Sienna Guillory, Philip Winchester, Jorge Perugorría, Ana Fernández, Fernando Ramallo, Juan Fernández o Mercedes Hoyos.

Con todo ello, la Corta Atalaya es un lugar de obligada visita en cualquier época del año, ya sea por los mismos vecinos de la zona como por cualquier persona de fuera, que quedará admirado por la belleza y singularidad de esta mina. Una invitación a conocer y valorar nuestro patrimonio económico y natural.