El centenario acebuche de El Espinillo en Zalamea, uno de los árboles más singulares de Andalucía

La Cuenca Minera no sólo es historia, minería y patrimonio, también cuenta con una riqueza medioambiental que llama la atención en muchos aspectos. Es lo que sucede con algunos de sus árboles, que se encuentran entre los más singulares de Andalucía. Es el caso de El Espinillo de Zalamea, un acebuche centenario, que sobresale en el paisaje en el que se encuentra enclavado debido a que tiene más de 12 metros de altura, sin olvidar su gran envergadura, con más de 6 metros de perímetro del tronco, medidos a 1,30 metras del suelo.

Su ubicación está en la Sierra del Águila, una zona donde abunda el pastizal, contando con una serie de eucaliptos rojos dispersos. En concreto, este árbol está en la finca El Espinillo, de la que toma su nombre, situada cerca de la aldea Marigenta, en el término municipal zalameño. En cuanto al tipo de arbusto que se encuentra en esta área podemos citar acebuches de porte característicamente arbustivo, así como plantas aromáticas, como el romero.

Según recoge la Junta de Andalucía, “el interior se halla hueco y el paso de los años ha provocado que el fuste se divida en dos hasta llegar a la peana, hecho que le confiere un aspecto aún más anciano. Así pues, es difícil precisar el punto de ramificación, pero puede aproximarse a los 1,9 metros de altura. La copa, según desde el lugar donde se observe, puede parecer bilobulada”.

En general, este árbol es muy querido y conocido en la zona, ya que lleva dando cobijo a los habitantes del entorno desde hace siglos. Es más, su importancia medioambiental y su singularidad provocaron que fuera declarado por la Junta de Andalucía Monumento Natural en 2005. Para su conservación, no en vano, se ha establecido un área de protección de 1953 metros cuadrados, con el que se pretende preservar los valores paisajísticos y ecológicos de los parajes en los que se encuentra ubicado este acebuche centenario.

Su emblema es tal que, desde ese año, 2005, El Espinillo se convirtió en un símbolo a favor de la conservación del medio ambiente. Con este fin, anualmente, se celebra una Jornada de Convivencia en Zalamea la Real, dirigida a concienciar sobre la importancia de conservar nuestro entorno.

Curiosamente, el acebuche es un árbol que ha estado vinculado al hombre a lo largo de la historia, puesto que desde la antigüedad se conocen las propiedades de su fruto y existen yacimientos arqueológicos que así lo demuestran. Esta especie, junto con encinas, alcornoques, quejigos y algarrobos, conforma la estructura básica de los originarios bosques mediterráneos. Actualmente quedan pocos reductos de estos bosques, debido a las modificaciones y posteriores repoblaciones que se han realizado con especies foráneas, pero aún es posible disfrutar de la presencia de ejemplares tan significativos como éste.

Todo ello hace de este árbol de Zalamea un ejemplar muy especial y con muchos valores.

Los Cabezos Coloraos de El Campillo, un yacimiento arqueológico almohade de excepción

Normalmente, cuando hablamos de yacimientos arqueológicos en la provincia de Huelva, solemos pensar en lugares como la capital onubense, conocida por la riqueza de su subsuelo. Sin embargo, en la Cuenca Minera también podemos encontrar muchos espacios de interés. Hoy visitamos uno de estos rincones, a veces, desconocido u olvidado: el Cerro de Cabezos Coloraos, un yacimiento almohade de la Edad Media, que se encuentra situado en el término municipal de El Campillo y que, debido a su importancia histórica, fue inscrito como Bien de Interés Cultural (BIC) en 1985, en la categoría de Monumento.

Cerro Colorao de El Campillo

Pero no debe resultarnos extraño, puesto que en El Campillo encontramos importantes yacimientos arqueológicos que acreditan la presencia humana en la zona desde hace más de 5.000 años. Y, en concreto, los vestigios hallados en los Cabezos Coloraos demuestran la presencia de un asentamiento humano estable en la zona. De hecho, están considerados los restos musulmanes más importantes hallados, destacando la presencia de una fortaleza amurallada, que tomó el mismo nombre que su ubicación, de los Cerros Coloraos.

Un recinto fortificado con forma ovalada, que cuenta con una muralla que se adapta a la estructura del terreno en el que se ubica, una curva de 470 metros. Está construida en mampostería de roca del mineral de la época, con una anchura media de 1,20 metros. Su estado de conservación es irregular, puesto que, en algunos casos, casi se ha perdido y, en otros tramos, llega al 1,50 m. de altura.

El Campillo

Situado en parte de la Sierra de Monago y el Barranco de la Mimbrera, se trata de “un recinto fortificado almohade relacionado con la explotación minera-metalúrgica de sulfatos de hierro, caparrosa y acijes para la producción de tintes y colorantes”, tal y como recoge el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH). Y es que, en la cima del cerro, hay dos pozos mineros, en los laterales noroeste y sureste, con escombreras derivadas de la actividad minera, además de dos estructuras rectangulares de los siglos XIX-XX.

El IAPH añade que “el espacio interior del recinto se encuentra ocupado por diferentes estructuras, de habitación y áreas de actividad, con distintas áreas con acumulaciones de material de construcción (mampuestos, ladrillos y tejas) y productos cerámicos de cronología almohade”.

Por último, esta fortaleza almohade presenta dos niveles diferenciados, uno superior, donde se concentran las estructuras, y otro conformado por una plataforma delimitada en todo su perímetro por la muralla externa.

En definitiva, estos restos arqueológicos declarados BIC ponen de manifiesto la antigüedad no sólo de El Campillo, sino también de la actividad minera en la zona, que atrajo hasta la comarca a culturas de diferentes épocas.

El edificio del Ayuntamiento de Nerva, todo un símbolo

El Ayuntamiento de Nerva es uno de los edificios más singulares de la Cuenca Minera, además de ser un espacio sobradamente conocido en toda la provincia onubense, tanto por su belleza como por su llamativo diseño. Situado en pleno corazón del municipio, en la Avenida de Andalucía, también conocida popularmente como ‘El Paseo’, se trata de un inmueble exento en todo su perímetro con dos plantas, conformando un volumen de planta trapezoidal con el mayor de sus lados como fachada principal.

Entre las características que más llaman la atención de esta construcción se encuentra el hecho de que el exterior se construye en ladrillo rojo prensado y con un lenguaje regionalista. En concreto, su fachada, con un zócalo de color marrón, está completamente realizada de ladrillo visto y presenta amplios ventanales de gran verticalidad, que se disponen de forma simétrica y ordenada.

Pero, sin lugar a duda, el espacio más emblemático del Consistorio nervense es su torre octogonal, de tres cuerpos con balaustrada metálica, con 30 metros de altura y aire de minarete, ostensible representación del poder civil, además de arcos de medio punto y una pequeña cúpula final. Este elemento es muy característico de los ayuntamientos a nivel general, puesto que es habitual que, en este tipo de construcciones, su fachada principal de a una amplia plaza situada en el centro urbano, el ser edificios con grandes salones de reuniones, junto a algún sobresaliente, como una torre o reloj.

En este caso, el edificio destaca por el hecho de que las esquinas se cortan en chaflán y una de ellas alberga la torre del reloj. El interior se estructura mediante una crujía perimetral, de distinto ancho en cada uno de los lados, que deja en el centro un hueco del que arranca la escalera imperial que une las distintas plantas del inmueble.

Ejecutada a la vez que el resto, aunque con un proyecto independiente, consta de cinco cuerpos, los dos primeros adosados al ayuntamiento y el resto exento. El tercero aloja el reloj y su maquinaria, mientras que los dos últimos son octogonales, con arquillos de herradura y un amplio balcón circular de forja.

En cuanto a su historia, debemos seguir la información aportada por el Instituto Andaluz de Patrimonio Andaluz (IAPH), que apunta que su construcción se llevó a cabo por el crecimiento de la actividad minera en la zona, que provocó que la actual Nerva incrementara de forma significativa la población, lo que le obligó a su independencia administrativa del municipio de Zalamea la Real, del que dependía hasta ese momento. Un hecho que se produjo el 7 de julio de 1885, constituyéndose el primer Ayuntamiento de Nerva un mes después. Su primer alcalde fue Domingo Gil Vélez.

Tras este paso administrativo se hacía necesaria en Nerva la construcción de una Casa de Socorro y un Depósito Carcelario, proyecto que se le encargó al arquitecto José Gallego Díaz, siendo dirigidas las obras por Trinidad Gallego Díaz, arquitecto provincial, y Manuel Pérez González, arquitecto municipal. El edificio se terminó el 28 de marzo de 1890.

Sobre este primer proyecto, se edificó el actual Ayuntamiento de Nerva entre 1893 y 1896, aunque posteriormente se le realizaron dos restauraciones, en 1979 y en 2001, dirigidas por Alfonso Jiménez y José María Cabeza, así como por Enrique Abascal García, respectivamente.

Estos son los principales datos de este edificio que no sólo cuenta con un enorme atractivo arquitectónico, sino que, hoy por hoy, es todo un símbolo de Nerva.

La Capilla Presbiteriana de Riotinto, un edificio singular y único en Huelva

Ubicado en el Barrio de Bellavista de Minas de Riotinto, este bello edificio de 1891 fue construido por la Riotinto Company Limited para que la población inglesa que llegó a la provincia de Huelva pudiera practicar sus cultos religiosos protestantes. Una prueba más de que las personas que vinieron a la mina onubense mantuvieron sus creencias y costumbres durante su estancia en Huelva, por lo que era poco habitual que se insertaran en las tradiciones del pueblo onubense. Hasta su construcción, los reverendos que llegaban a Huelva solían atender a los parroquianos en la misma mina.

Barrio de Bella Vista

Al margen de estas características, la Capilla Presbiteriana de Minas de Riotinto es un edificio construido a dos aguas, que sigue el mismo modelo de la también Capilla Presbiteriana de Kirk, situada en Escocia. Según explica el Ayuntamiento de Minas de Riotinto, esta iglesia “está rematada en sus extremos opuestos por dos pequeños cuerpos, que son el atrio y la sacristía. La nave tiene tres pilastras escalonadas en cada lado, más gruesa por abajo y con tejadillos a un agua. Las ventanas tienen vidrieras en forma ojival de tracería, defendidas por una contraventana exterior”. Curiosamente se conservan sus planos de 1.891 y 1.893, donde se representan las plantas, alzados y secciones de la capilla, con detalles decorativos representados con mucha exquisitez.

Pero si su exterior es llamativo en el entorno de Huelva en el que se encuentra inmerso, su interior todavía llama más la atención del visitante. Entre otros motivos, debido a su estructura, sus vidrieras y el artesonado de su cubierta. Pero, además, conserva el mobiliario original, lo que le otorga un punto de mayor valor si cabe. Incluso, en el centro del coro existe un pequeño órgano. Como curiosidad, podemos citar que en el primer banco de la capilla solía sentarse el General Manager con su familia y todo el personal acudía a los servicios religiosos manteniendo la jerarquía en su colocación, de ahí que era un lugar de reunión social de importancia.

Interior de la Capilla Presbiteriana

En definitiva, por sus características históricas y arquitectónicas es un espacio de un enorme valor patrimonial en la comarca, de ahí que en el año 2004 fuera declarado Bien de Interés Cultural (BIC) por parte de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. No en vano, es el edificio mejor conservado de todo el conjunto construido por la empresa minera de Riotinto en este área.

Un edificio que fue recuperado para los habitantes de la zona a partir del acuerdo al que llegaron en 2008 el Ayuntamiento de Minas de Riotinto y la compañía Sevillana-Endesa, que fue el primer paso para su rehabilitación y recuperación. Un acuerdo que fue necesario debido a que la empresa eléctrica se quedó en su día con la capilla como forma de cobro de las deudas contraídas por la extinta empresa minera MRT SAL.

En la actualidad, el edificio forma parte de la vida del municipio de Minas de Riotinto, dado que es escenario de diferentes actos sociales y culturales, sin olvidar su uso turístico, dado que atrae a numerosos visitantes a la Cuenca. Para ello, desde el pasado año 2014, el Ayuntamiento de Minas de Riotinto firmó un acuerdo de colaboración con la empresa fieldworkRIOTINTO, por el que esta entidad se encarga de gestionar la apertura de la Capilla Presbiteriana a los visitantes y establecer un programa cultural en su entorno.

Un ejemplo de que el patrimonio supone una gran oportunidad para buscar nuevas alternativas en la comarca, en este caso, dentro del sector turístico, debido al rico y atractivo legado británico en la zona.

Fotos: geocaching.com, IAPH y Tripadvisor

La Iglesia de La Granada de Riotinto, el encanto de la arquitectura rural

La Granada de Riotinto es otro de los municipios que conforman la Cuenca Minera, comarca a la que quedó adscrita desde que en la segunda mitad del siglo XIX la Riotinto Company Limited adquirió las minas de la localidad. Un pequeño enclave que cuenta con un patrimonio cultural y artístico que merece la pena conocer.

Así sucede, por ejemplo, con su Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de La Granada. Un templo del siglo XVII, de estilo mudéjar, que nos sumerge en el ambiente de las ermitas rurales, tan valiosas en el paisaje de nuestros pueblos, dado que su tejado de color rojo y sus paredes blancas de cal son las principales características de estas populares construcciones de la comarca.

Se trata de un edificio sencillo, de una sola nave, realizado en mampuesto y ladrillo revocado, donde destaca su bóveda de medio cañón, rematado por un ábside de planta cuadrada, y su torre, de estilo neoclásico.

Según explica el Instituto de Patrimonio Histórico (IAPH), “presenta la particularidad de que el crucero solo tiene el brazo del Evangelio, que hace las veces de capilla, y que comunica con un recinto para tocar las campanas. En este mismo lado, y en comunicación con el presbiterio, se encuentra la Sacristía, cuyo techo es de madera. El tipo de soporte es el de contrafuertes interiores que enmarcan arcos rehundidos conformando una serie de capillas”.

En su fachada destaca su puerta principal, situada a los pies del edificio, que consta de un arco carpanel entre pilastras y coronado por un entablamento dórico. Pero, además, cuenta con una segunda puerta de similares características en el muro de la Epístola, de color amarillo albero y con frontón. Sobre el hastial se levanta también una espadaña de un cuerpo con dos vanos, rematada con una veleta de forja del siglo XVIII.

Por último, otro de los elementos llamativos de esta iglesia parroquial es la combinación cromática de sus elementos arquitectónicos, como hemos apuntado, mezclando las paredes blancas con el rojo de su techo, además del amarillo albero de las pilastras y el frontón de la puerta que da a la plaza.

Al margen de sus características arquitectónicas, esta iglesia es muy conocida y querida por los habitantes del municipio, al ser el marco principal de las fiestas patronales de La Granada de Riotinto, que se celebran cada año el 15 de agosto. Unas fiestas que tienen como momento más especial la procesión que realiza esa noche la patrona, la Virgen de La Granada, saliendo por la puerta de la parroquia que da a la plaza, para recorrer las principales calles del municipio.

La imagen vuelve a ser sacada por los vecinos el día de la Purísima Concepción, ocasión perfecta para engalanar las calles para el paso de la imagen. Dos días en los que a los vecinos de La Granada se unen numerosos visitantes que se acercan a la localidad para disfrutar de estas fechas tan señaladas en el municipio.

Por tanto, la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de La Granada es un elemento artístico y patrimonial de la Cuenca Minera que debemos poner en valor.

El Puente Cachán de Berrocal, una ruta para no perderse

La historia de Huelva permanece unida a la minería, una actividad económica que trajo consigo el desarrollo del ferrocarril en la provincia, al tratarse del principal medio de transporte del mineral. En este aspecto, una de las principales líneas de tren fue la que unía Huelva con Minas de Riotinto, trazado que, desde finales del siglo XIX y buena parte del XX, trasladaba el mineral desde la Cuenca Minera hasta la capital onubense.

La configuración de esta línea, que cruzaba buena parte de la provincia de norte a sur, obligó al diseño de varios túneles y puentes para salvar los obstáculos físicos del terreno. Puentes muchos de ellos emblemáticos y conocidos, como sucede, por ejemplo, con los situados en el término municipal de Berrocal, municipio en el que el antiguo ferrocarril minero nos ofrece hermosas estampas al recorrer espacios naturales de gran belleza, teniendo al río Tinto como protagonista.

No es extraño, teniendo en cuenta, tal y como han puesto de manifiesto investigadores como Emilio Romero Macías, que para el diseño del ferrocarril se aprovechó precisamente el trazado del río Tinto, lo que dio lugar a la construcción de hasta diez puentes, entre los que se encuentran, precisamente, el Puente Cachán sobre la Rivera Cachán, en Berrocal.

Diseñado en 1875 por el ingeniero británico George Bruce, este puente es una pasarela peatonal de hierro que se llevó a cabo, como decimos, para permitir el transporte en tren del mineral de la Riotinto Company Limited, así como para llevar viajeros y obreros de las minas. Una infraestructura de veinte metros de longitud y un diseño muy sencillo, que llama la atención porque mantiene su diseño original.

En concreto, este antiguo Puente Cachán cruza el río Tinto hasta la vía del ferrocarril, siendo hoy en día el único restaurado de todo el antiguo recorrido del tren, por lo que es un espacio habitual dentro de las rutas de senderismo que se organizan en la zona, debido a la belleza y posibilidades que ofrece el entorno.

Junto al de Cachán, también hay que citar otros dos puentes del antiguo ferrocarril ubicados en el término municipal berrocaleño, como sucede con el Puente Manzano, también construido sobre el río Tinto, así como el Puente Berrocal sobre la carretera Zalamea la Real-Berrocal.

El Puente Manzano, ubicado en el paraje conocido como ‘El Manzano’ del que toma su nombre, cuenta con 54 metros de longitud, conservándose como en la época de su construcción, siendo muy parecido al primitivo de Manantiales. Por último, el Puente Berrocal, de un sólo ojo, es de unos ocho metros.

En definitiva, se trata de infraestructuras de otro tiempo que, aunque no se encuentren en uso, debemos valorarlas por las enormes posibilidades patrimoniales y turísticas que nos ofrecen en el presente y de cara al futuro. Espacios que recorren bellos rincones de la provincia de Huelva, algunos bastante desconocidos, por lo que atraen la atención de todos aquellos que lo visitan.

Una forma muy especial de mirar con otros ojos el río Tinto, de ahí que sean muchas las voces que demandan su puesta en valor como una alternativa económica más en la Cuenca Minera.

La Plaza de Toros de Campofrío, más de tres siglos del coso taurino más antiguo de España

Hablar de Campofrío es sinónimo de patrimonio, especialmente cuando nos referimos a la tauromaquia, dado que el municipio minero cuenta, como es sabido, con la Plaza de Toros más antigua de las que se conservan en España. Un coso taurino construido en el año 1716, aunque inaugurada dos años después, en 1718, por lo que recientemente ha conmemorado tres siglos de historia. Y lo hacía, además, con una noticia muy esperada, como era su inscripción en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz como Bien de Interés Cultural, con la tipología de Monumento, al considerarse que es un “hito monumental y cultural de la tauromaquia”.

Una construcción impulsada por la cofradía de Santiago Apóstol para la lidia de toros, de ahí que se la conozca también como Plaza de Santiago, enmarcada dentro de la edificación de diversas plazas de toros que se produjeron en la zona desde finales del siglo XVI, como sucedió con la Plaza de Toros de la Ermita de San Mamés en Rosal de la Frontera (1599), la primera en España, seguida de la Plaza de Toros de la Ermita de Santa Eulalia en Almonaster la Real (1608), precedentes de la de Campofrío, donde hay constancia de la celebración de corridas de toros incluso antes de la edificación de este coso. Este hecho pone de manifiesto el arraigo de la tauromaquia en la Cuenca Minera y la Sierra onubense.

En cuanto a sus características urbanísticas, la plaza se configura como un hito y un elemento de la arquitectura simbólica de Campofrío, siendo muy llamativo el hecho de que se construyera a las afueras del municipio, lo que permitió un enorme desarrollo de la localidad a su alrededor, al ser un punto de referencia. Una prueba de ello es que, en la actualidad, está inserto en uno de los extremos del casco urbano. No en vano, aparece hasta en el escudo municipal, donde se incluyen dos estoques en aspa.

A nivel arquitectónico, la plaza tiene un diámetro total de 60 metros, de los que 52 corresponden al ruedo. Con un aforo de 1.500 localidades, al exterior expresa su forma redonda con el único añadido del conjunto rectangular de los toriles. Su altura es escasa y no se eleva del terreno más de 2,5 metros, salvo en esta edificación aneja y en la portada. Otra singularidad destacada, que contrasta con la sencillez del conjunto, es la distribución irregular de los burladeros y de los accesos a las gradas.

La organización del recinto es muy elemental, reducida a dos muros concéntricos que se unen en el palco de acceso y con un graderío que arranca del terreno natural. Su portada principal, que se remata de forma triangular sugiriendo un frontón, cuenta en el interior con un pequeño porche que constituye la única zona cubierta junto con los toriles. La plaza está construida con mampostería, enfoscada y encalada en todas sus caras. En rojo están pintados los burladeros de madera y las puertas de acceso.

A esa calidad arquitectónica, caracterizada por la máxima sencillez y funcionalidad, se añade el valor paisajístico de su ubicación entre el caserío y la dehesa, así como el valor etnológico de haber sido durante siglos lugar de reunión, fiestas, ceremonias y eventos. Y que es este coso no sólo ha acogido corridas de toros, sino también es el escenario de todo tipo de eventos, de ahí que se considere una seña de identidad de la zona, al haber adquirido un enorme valor cultural. Y, de hecho, el decreto de la Consejería de Cultura incluye la protección no sólo de este monumento, sino también de todo su entorno, tanto del suelo urbano como de rústico, así como la dehesa donde se encuentra inmerso.

Libro conmemorativo

Con motivo del 300 aniversario de esta plaza de toros, siete escritores locales, coordinados por el exalcalde del municipio y exsenador Antonio García Correa, se unían para realizar una publicación sobre este histórico coso. Un libro que veía la luz tras más de un año de trabajo bajo la edición de la Diputación de Huelva.

Un trabajo de investigación ilustrado por el pintor local José Delgado López y el artista ya fallecido José María Franco, autor de la portada, además de contar con la colaboración del fotógrafo José Juan Palomares y el compositor Rafael Prado, sin olvidar a diversas personas que facilitaban fotografías y carteles de toros. Todo ello permitió incluir un destacado material gráfico en sus páginas. Por su parte, los autores de los artículos fueron el periodista Antonio Reyes, los arquitectos Pilar López y Carlos Vázquez y los investigadores Carlos Palomares, Manuel Castilla y Francis Dorado.

En total, la obra ‘Campofrío, la plaza de toros más antigua de España’ consta de cuatro capítulos en los que se desgrana la historia, las características arquitectónicas y las reformas que ha tenido el edificio a lo largo de la historia, así como los espectáculos más significativos celebrados en el mismo o los cosos taurinos que se construyeron en el siglo XVIII.

Con todo ello, la documentación incluida en esta publicación acreditaba que la Plaza de Toros de Campofrío es la más antigua de España, dejando a un lado las posibles dudas que pudieran existir al respecto, demostrando que es anterior a otros emplazamientos tan conocidos como los de Sevilla, Zaragoza, Lima y Ronda. Un dato muy atractivo para poner en valor, puesto que cuenta con un enorme atractivo turístico que debemos potenciar.

Por último, entre otras curiosidades, debemos recordar que la Lotería Nacional tuvo un reconocimiento hacia plaza de toros de Campofrío al ser recogida en su sorteo del 18 de marzo de 1971. En definitiva, la Plaza de Toros de Campofrío es un punto clave del patrimonio de la Cuenca Minera. Un lugar para conocer y visitar.

La Montera de Gossan de Nerva, un monumento natural único

Los paisajes mineros están llenos de rincones maravillosos, que nos sorprenden por sus curiosas formaciones y por el colorido que imprimen a esta comarca de Huelva. Uno de esos espacios, quizás un tanto desconocido aún, es la Montera de Gossan de Nerva. Enclavado en la Mina Peña de Hierro, este cerro es una antigua corta minera de una hectárea de la que se extraían sulfuros.

En concreto, la Montera de Gossan es una formación geológica que llama la atención por su color de óxido rojo, tan característico de la zona, color que le otorga tanto el gossan -roca formada por óxidos e hidróxidos de hierro, solos o mezclados con otras rocas, y que, directa o indirectamente, proceden de la meteorización de yacimientos de sulfuros-, como las lavas gossanizadas, es decir, las formaciones rocosas de color rojizo, que se encuentran en la superficie de este tipo de minas.

Minerales rojos, que ya llamaron la atención de los romanos cuando llegaron a la provincia de Huelva en busca de plata y oro. Minas que desde finales del siglo XIX y principios del XX se centraron en la extracción de sulfuros metálicos.

Es cierto que hoy esa actividad económica prácticamente ha desaparecido en la zona, pero no cabe duda de que el patrimonio minero sigue marcando el paisaje que podemos observar en esta área, siendo, además, un lugar recomendado por la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, junto a enclaves tan atractivos como el Museo Minero, el Ferrocarril Minero o la Vía Verde de Río Tinto.

No en vano, la Montera de Gossan fue declarada Monumento Natural por la Junta de Andalucía en 2009 y se encuentra incluida en el Bien de Interés Cultural (BIC), Sitio Histórico, Zona Minera de Riotinto-Nerva.

Un monumento natural que llama mucho la atención por su carácter divulgativo y didáctico, puesto que permite al visitante conocer los recursos mineros, las rocas y los minerales de la Cuenca Minera.

Por este motivo, la mejor forma de finalizar nuestro artículo no puede ser otra que invitarles a todos a que se acerquen a esta Montera de Nerva. Su belleza y singularidad lo merecen. Es, por tanto, un lugar más para descubrir del patrimonio minero onubense, en este caso desde el punto de vista natural.

Nuestros antepasados nos contemplan desde el Dolmen de El Pozuelo de Zalamea, un lugar para descubrir

Huelva es una de las provincias más ricas de la Península Ibérica cuando se habla de arte prehistórico. Sus casi 200 monumentos megalíticos la convierten en un referente de estas construcciones funerarias con 5.000 años de antigüedad. El Pozuelo (Zalamea la Real), Los Gabrieles (Valverde del Camino), El Labradillo (Beas) y el Dolmen de Soto (Trigueros) son algunos de los más emblemáticos, pero no los únicos. Un valioso patrimonio que, a pesar de su importancia, a veces es poco valorado.

Un conjunto en el que destaca el caso de Zalamea la Real, cuyos orígenes se remontan a la prehistoria, considerado el más claro y mejor documentado exponente de las construcciones megalíticas onubenses, cuya homogeneidad las ha proyectado a un lugar primordial dentro del panorama de la prehistoria peninsular. Unos monumentos que pertenecen al Calcolítico o Edad del Cobre, cuyo ritual funerario estaba caracterizado por el levantamiento de dólmenes con corredor. En concreto, El Pozuelo es una necrópolis de enterramientos colectivos dispersa en el territorio en grupos individualizados, cuyos sepulcros se sitúan cronológicamente entre el 3000 y el 2500 a. C.

Su descubrimiento y excavación se debe, en su mayor parte, a Carlos Cerdán Márquez, que llevó a cabo estos trabajos durante la década de los cuarenta del pasado siglo XX. Trabajos que fueron todo un hito, teniendo en cuenta que se trata de las primeras arquitecturas prehistóricas de la provincia de Huelva y una las más antiguas de la fachada atlántica, así como de las más originales en su concepción de toda la Península Ibérica.

En cuanto a su estructura, el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH), destaca que ‘El Pozuelo’ se compone de “18 monumentos de arquitectura adintelada que muestran en muchos casos la peculiaridad de tener un diseño en múltiples cámaras. En lugar de constar de una sola galería de planta rectilínea, o de un corredor y una cámara en su extremo profundo, como ocurre en la gran mayoría de los megalitos andaluces, varios de los dólmenes de El Pozuelo muestran múltiples cámaras a las que se accede desde la entrada única que luego se bifurca y a cuyos lados aparecen frecuentemente cámaras laterales. Estas cámaras están cubiertas por túmulos circulares de hasta 20 metros de diámetro, que se acomodan ala irregularidad del terreno, y elaborados mediante la acumulación de bloques de piedra o pequeñas losas de pizarra”.

Interesantes son también los objetos encontramos en los enterramientos, que formaban parte del ajuar de los muertos, entre los que destacan herramientas de piedra tallada, como cuchillos, perforadores o puntas de flecha, y pulimentada, como hachas, sin olvidar los vasos cerámicos. Es decir, solían incluirse elementos que se utilizaban para la vida cotidiana.

Más llamativos pueden resultar, sin embargo, los adornos personales, como pueden ser cuentas de collar, que aparecieron en algunas tumbas, junto con ídolos religiosos, entre los que destacan dos tipos: los denominados cruciformes, que se asemejan a una figura humana muy estilizada, con cabeza, tronco y extremidades inferiores sutilmente indicadas, y los denominados placa, elaborados a partir de una pequeña placa de pizarra o esquisto sobre la que se graban y /o pintan motivos geométricos y más ocasionalmente partes anatómicas.

Por último, en varias de las tumbas se encontraron también restos de pintura sobre ortostatos, así como restos de ocre asociados a suelos y artefactos votivos.

Todas estas características hacen de este conjunto de la Cuenca Minera uno de los restos neolíticos más importantes de Andalucía, de ahí que los Dólmenes de El Pozuelo fueran declarados Bien de Interés Cultural (BIC), con categoría de zona arqueológica, en junio de 2002.

Eso sí, a pesar de su importancia, debemos advertir, que en Zalamea, hasta la fecha, se han encontrado un total de 49 yacimientos megalíticos, que se agrupan en dos grandes áreas: la occidental, que se puede denominar como cultura dolménica de El Villar y El Buitrón, y el área oriental, ocupada por los Dólmenes de El Pozuelo, situados en una zona de monte bajo con pronunciadas laderas y numerosos arroyos y barrancos.

‘El Pozuelo’ está integrado por cinco unidades, con delimitaciones específicas: Los Llanetes, donde se ubican cuatro dólmenes; La Veguilla, con tres construcciones funerarias; El Riscal, con dos, y Los Rubios y Martín Gil, con un sepulcro cada una.

En definitiva, por su cronología, diseño y la importancia de los objetos descubiertos en el interior de los dólmenes, El Pozuelo es uno de los yacimientos arqueológicos más representativos de la Península Ibérica, por lo que merece la pena descubrirlo.

Fotos: IAPH

Corta Atalaya, la mina a cielo abierto más grande de Europa, más que un símbolo de la Cuenca Minera

Hablar de la Corta Atalaya de Minas de Riotinto no es nada fácil. A nadie se le escapa que, desde tiempos inmemoriales, es la mejor carta de presentación de la Cuenca Minera, además de todo un símbolo de la provincia de Huelva. Siendo la mina a cielo abierto más grande de Europa y la segunda más destacada del mundo, son muchos los artículos y reportajes que han venido a desgranar las peculiaridades de este espacio de gran belleza, que ha sido escenario de cine en más de una ocasión.

Pero era obligado iniciar esta sección destinada a recorrer los rincones más singulares de la comarca minera haciendo una visita a la Corta, una auténtica joya de carácter único. Y es que la Corta Atalaya es uno de los paisajes más singulares, no sólo de la Península Ibérica, sino también del resto del continente europeo.

Un enclave que desde el 18 de enero de 2005 es espacio protegido por la Junta de Andalucía al formar parte del Paisaje Protegido de los tramos alto y medio del río Tinto y su entorno, una franja de 57 kilómetros que se extiende a lo largo de once municipios de las provincias de Huelva y Sevilla, como son Berrocal, El Campillo, La Palma del Condado, Minas de Río Tinto, Nerva, Niebla, Paterna del Campo, Valverde del Camino, Villarrasa y Zalamea la Real, en la provincia de Huelva, y El Madroño, en la provincia de Sevilla.

 

Dedicada principalmente a la explotación de cobre, sus dimensiones son de 1.200 metros de largo, 900 metros de ancho y 350 metros de profundidad. Además, su círculo central tiene más de 2.000 metros cuadrados. Todo ello le confiere una belleza que sobrecoge a los visitantes y turistas que acuden a la zona.

Un enclave que, además de su belleza e importancia económica, también tiene un componente histórico de enorme interés. No en vano, esta mina fue explotada desde los tartessos y, sobre todo, por los romanos, si bien es cierto que todos recordamos su etapa más reciente, cuando fue adquirida por la Rio Tinto Company Limited desde el último tercio del siglo XIX.

 

En concreto, fue a principios del siglo XX cuando se descubrieron en esta mina a cielo abierto una serie de pozos y galerías mineras de época romana, que intensificaron este sistema de explotación, comenzando en la Corta Filón Sur ya empezada por los ingenieros españoles, pero sobre todo a partir de 1907 en la Corta Atalaya, de la masa San Dionisio, explotada hasta entonces por minería interior. Tanto que llegó a ser un modelo revolucionario de explotación minera que albergó a más de 12000 obreros en sus labores de arranque, carga y transporte de minerales.

La masa San Dionisio, a la cual pertenecen la Corta Atalaya y Pozo Alfredo, se localiza en el flanco sur del anticlinal de Riotinto, asociado a un pliegue menor (sinclinal) de dicho flanco.

Un escenario de cine

Su paisaje inquietante ha provocado, además, que el cine se haya fijado en este espacio como el mejor escenario para el séptimo arte. En concreto, en la Corta Atalaya se han rodado dos películas: El corazón de la tierra, de Antonio Cuadri, basada en la novela de Juan Cobos Wilkins, y la cinta de ciencia-ficción Próxima, de Carlos Atanes.

El Corazón de la Tierra es, sin duda, la más recordada. No en vano, nominada a los Premios Goya y elegida Mejor Película en el Festival de Cine de Miami, hablar de la película de ‘El Corazón de la Tierra’ es quedarse con la historia de Huelva. No sólo porque esta cinta de 2007 estuviera dirigida por el triguereño Antonio Cuadri y basada en la novela homónima del escritor riotinteño Juan Cobos Wilkins. Sino porque esta película recuerda un episodio clave de la etapa contemporánea onubense: la huelga del ‘Año de los Tiros’ y las relaciones creadas en la Cuenca Minera entre los trabajadores de las minas y la Riotinto Company Limited, S. A.

En concreto, la película cuenta cómo en la España de finales del siglo XIX una poderosa compañía inglesa obtiene una concesión para explotar durante más de 30 años las milenarias minas de Riotinto, en Huelva. Blanca Bosco, una niña de 9 años, y su inseparable amiga inglesa Kathleen, sobrina del director británico, son testigos de las miserables condiciones de vida de los trabajadores, entre los que abundan niños, y de la terrible contaminación atmosférica y la lluvia ácida que asola toda la comarca. Cosechas, ganado, árboles. ríos, pero sobre todo la población, desde Sevilla hasta el sur de Portugal, sufren la agresión de los humos tóxicos.

En el reparto, además, encontramos actores de la talla de Catalina Sandino Moreno, Bernard Hill, Joaquim de Almeida, Sienna Guillory, Philip Winchester, Jorge Perugorría, Ana Fernández, Fernando Ramallo, Juan Fernández o Mercedes Hoyos.

Con todo ello, la Corta Atalaya es un lugar de obligada visita en cualquier época del año, ya sea por los mismos vecinos de la zona como por cualquier persona de fuera, que quedará admirado por la belleza y singularidad de esta mina. Una invitación a conocer y valorar nuestro patrimonio económico y natural.